A lo largo del tiempo varían los modismos del lenguaje. Para mis abuelos hubieran “sonado” bien extraños vocablos hoy en día de uso común y corriente… pues nunca llegaron a ser oídos… ni siquiera llegaron a leerlos y menos aún a saber su significado, como por ejemplo: transistores, satélites, electrodos, computadora, televisión, etc. Por supuesto menos aún palabrejas tan chabacanas que utilizan ahora no solo las clases sociales “C”, “D” y “E”, sino hasta algunas personas de las “A” y “B”, tales como: pana, burda, chamos, etc.
Para los bisnietos y tataranietos de mis abuelos, sobre todo para los citados en segundo término, resultarían incomprensibles frases como esta, que yo escuchaba con frecuencia y familiaridad:
“Alcánzame el carriel pues voy a salir”, “Traje de la botica los cachets que se me habían terminado”, "Alguien hizo una travesura y me partió en aguamanil”; o bien: “Tuve que devolver las chinelas que pedí a la tienda pues me quedaron grandes”, “He engordado pues el corsette me aprieta demasiado” y muchas otras.
En efecto, hoy día se denomina cartera o bolso al adminículo que era el carriel. Los cachets eran unas cápsulas redondas hechas de un material semejante al de las ostras, que contenían determinadas medicinas y la botica era lo que ahora se nombra como farmacia. Al farmaceuta se le decía boticario. El aguamanil era una pieza de porcelana, como una jofaina, que se tenía en un rincón de la habitación sobre una mesa y al lado un jarrón de agua; se utilizaba para lavar la cara, las manos y los dientes y luego se botaba el contenido por algún “albañal” (desagüe hoy día). Chinelas era el nombre que se daba a las pantuflas y corsette era un galicismo que equivaldría a la prenda intima femenina que mentamos faja.
A continuación voy a detallar alguno de esos vocablos y su significado:
Vacinilla: Depósito redondo, con asa, de unos 10 cm. de profundidad, de porcelana finamente dibujada, o bien de peltre, destinado a recoger los orines en horas de la noche o la madrugada.
Leontina: Hermosos reloj de caballero, redondo y casi siempre con tapa, que se guardaba en el bolsillo del pantalón y mediante una fina y larga lo sujetaba de la correa a la cintura, o a alguna de las trabillas que la sujetaban. Existían leontinas de oro, de plata y de hacer inoxidable y se les “daba cuerda” todas la mañanas, para que funcionaran las próximas 24 horas. Esos relojes, crease o no eran de precisión sorprendente; no solían ni adelantarse, ni retardarse y quienes usaban chaleco, en vez lo lucían poniéndolo en el cabezal de la cadena en alguno de los ojales, según el largo de ella.
Faltriquera: Era un bolsillo pequeño en la parte frontal del pantalón y a un costado del mismo; o bien una cartera de cuero, flexible como un acordeón, que podía considerarse como pionero de los modernos “koala”, servía para portar monedas.
Enaguas: Prenda intima femenina, de encajes o tela fina, similar al medio fondo actual, pero destinada a “dar mejor cuerpo”al traje. Se usaba debajo del propio fondo.
Cargadora: Equivalente a niñera. (Persona que se encarga del cuido y paseo de los niños)
Andaluza: Era una especie de mantilla humilde, casi siempre negra o blanca, que cubría la cabezas para asistir a oficios religiosos, aunque las mujeres de clase poco pudientes no salían nunca a la calle, fuese cual fuese su destino, sin usarla. Eran de tejido leve, simulando encajes; de forma triangular, con el pico mayor cayendo sobre la parte inferior de la nuca. También existían (no recuerdo exactamente el nombre, aunque creo era pañoleta) que era parecida al chal de ahora, pero que cubría la cabeza y se enrollaba el cabello, dejando colgar una parte hacia adelante y otra hacia atrás. Se solía ver mucho en los meses de frío: Noviembre, Diciembre, Enero y Febrero. Estuvieron de moda hasta la década del 30.
Banesta: Una especie de cesta o canasta.
Suasina: Persona insulsa.
Zoquetada: Hacer una tontería o decirla.
Embostadero: Placa plana de cemento, próxima al lavandero, sobre el cual se extendía la ropa enjabonada para “blanquearla” exponiéndola al sol.
Despercutir: Acción de restregar la ropa sucia pesada.
Remilgosa: Mujer que hablaba de manera afectada o hacía gestos de tal índole.
Reemolona: Persona que se resistía a hacer algo, vacilaba en tomar decisiones o estuviera carga de escrúpulos para actuar en un momento dado.
Pizpireta: Jovencita agraciada.
Jautar: Almorzar.
Aguite Usted: Espérese.
Zoquete (a): Tonto (a).
Pitoquitos: Forma afectuosa de referirse a los niños.
Vampiresa: Una mujer extremadamente llamativa por su aspecto sensual o exótico. Algunas artistas de cine eran consideradas prototipo: Lane Turnen, Heddy Lamas, Greta Garbo, por ejemplo. Para mi lo parecía Michelle Morgan en un 100%.
Estar lelo: Estar ido, distraído; desentendido respecto a algo.
Domino: Capa negra, larga y ancha, con capuchón estilo fraile franciscano, para cubrir la cabeza. Era un disfraz típico de caballero, que se utilizaba cubriendo el rostro con un antifaz. A las fiestas de carnaval se les llamaba carnestolendas.
Adefesio: Caricatura vil personificada. Ridiculez sublimizada. Hoy se hablaría mejor de esperpento.
Baul: Especie de maleta grande de madera y esquineros metálicos en refuerzos: en el cual cabían todas las ropas y utensilios indispensables para emprender viajes marítimos o terrestres a más o menos largas distancias.
Toca: Un gorro de uso femenino, muy semejante a una torta redonda, del cual se desprendía un velo, bien hacia delante o bien hacia atrás, o en ambas direcciones. En fin, un sombrero muy particular.
Coscorronazo: Golpecito aplicado por mayores a los niños en todo lo alto del cráneo, como manifestación curiosa de gran cariño. No se utiliza ahora.
Polisón: Adorno del traja femenino, que agrandaba graciosamente el trasero de las damas; muy utilizado a finales del siglo XIX.
Correr un trueno: Irse de juerga con mujeres, hombre parrandero, mujeriego.
Ratero: Ladrón de poca monta.
Raterismo: Delito de robo en escala menor.
Brincona: Muchacha desenfadada, poco seria.
Voceador: Pregonero, hombre que vendía en la calle “quintos” de lotería y periódicos.
Zorra: Mujer de la calle o de vida irregular.
Bailar rucaneando: Una pareja que bailaba estrechando excesivamente sus cuerpos.
Brollo: Enredo, lío, situación confusa.
Brollero (a): Persona fomentadora de brollos.
Arrocito: Fiesta pequeña bailable de poca importancia.
mucho animo, sigue asi... besos un admirador
ResponderEliminarInteresante blog, pero si me permite me gustaría hacerle una pequeña matización a algunos términos, como "leontina", que usted define como reloj.
ResponderEliminarLa leontina no era el reloj de bolsillo, sino la cadena, generalmente de eslabones planos, que sujetaba el reloj. Solía fijarse, artravezando el botón del chaleco a la altura del bolsillo en el que se llevaba el reloj y podía llevar al algún adorno de tipo pendentif, con reproducción de monedas o medallas, que colgaban a la vista.